El dinosaurio de la primera entrega ahora tendrá compañía
En tiempos en los que el hombre vive 'bombardeado por lo breve', el género del microrrelato atraviesa un momento de esplendor como refleja la antología 'Por favor, sea breve 2', en la que la argentina Clara Obligado ha reunido la mejor minificción de unos 120 escritores españoles y latinoamericanos.
Tomado de Terra
'Este libro va en contra de la incomunicación de las dos orillas del Atlántico; el punto de encuentro es el idioma', afirmó hoy Obligado en una entrevista con Efe, en la que desgranó las claves de esta obra que mañana llega a las librerías publicada por Páginas de Espuma.
El libro sigue la senda de aquel 'Por favor, sea breve' que apareció en 2002 y que en estos años se ha convertido en la antología canónica del género del microrrelato. Su editora fue también Obligado, afincada en España desde hace 32 años y autora de novelas, cuentos y ensayos.
Pero si en la primera entrega 'abundaban los clásicos', entre ellos Augusto Monterroso y su genial relato 'Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí', en la segunda el lector se encontrará con que los autores incluidos 'están vivos casi todos' y verá que muchos apenas superan los 30 años.
Y es que, como afirma Obligado en la introducción, este libro 'bulle, está vivo, da cuenta de la última creación, de lo que se está haciendo ahora, en este minuto', y por eso contiene 'autores novísimos' y numerosos inéditos, tanto de escritores conocidos (José María Merino, Ana María Shua, Andrés Neuman y Raúl Brasca, entre ellos) como de otros que apenas habían publicado hasta ahora.
Algunos inéditos van firmados por escritores que ya dejaron la juventud hace tiempo, como los del argentino Eugenio Mandrini, un poeta de 70 años al que 'nadie le había publicado nada y que estaba absorto' de que la antóloga buscara sus textos.
Este género está tan vivo que ni los críticos ni los autores que lo practican se ponen de acuerdo en el nombre: minicuento, microrrelato, relato hiperbreve, minificción, nanoficción...
'La crítica discute mucho sobre el nombre, y es bueno que sea así, dejarle su posibilidad proteica', dijo Obligado, a quien le gusta jugar con esa variedad y, así, si el primer 'Por favor, sea breve' llevaba como subtítulo 'antología de cuentos hiperbreves', el segundo es ya una 'antología de microrrelatos'.
A partir de aquel dinosaurio del cuento de Monterroso, en el que la crítica sitúa el nacimiento del género, el microrrelato 'fue creciendo y vino la hormiguita, la multiplicidad'.
'Estamos en la era de la hormiga, sobre todo en España', aseguró la autora de 'La hija de Marx' o 'Si un hombre vivo te hace llorar', a la que le ha 'sorprendido' que muchos de los relatos seleccionados reflejen 'la dureza de la época'. Hay en estas páginas 'mucho humor, pero también está la dureza del vivir, el mundo en crisis'.
Casi todos los países hispanoamericanos están representados en esta antología, cuyo prólogo es de Francisca Noguerol, experta en el género del microrrelato, ese 'diminuto remolino de palabras que se consume en un instante', como lo define Raúl Brasca, y que 'subvierte permanentemente las reglas de la literatura', según Obligado.
Al igual que en la primera entrega, 'lo nacional, ese criterio escaso, ese dique' queda desterrado en la segunda 'para dar lugar al cruce, a la contaminación que es propia de los seres vivos', señaló Obligado, a quien se le da bien eso de 'derribar fronteras'. Por algo no se considera 'ni argentina ni española'.
En esta obra hay microrrelatos de escritores consagrados, como el de 'La carta', de Luis Mateo Díez: 'Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio'.
Y los hay también de autores poco conocidos, como sucede con 'Fantasma', de Patricia Esteban Erlés: 'El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora'.
El argentino Mario Goloboff y su 'Tango' pueden servir de broche final: 'Aquel hombre vivió para olvidar a la mujer que amaba, y la mujer amó para olvidar al hombre que bebía'.
En tiempos en los que el hombre vive 'bombardeado por lo breve', el género del microrrelato atraviesa un momento de esplendor como refleja la antología 'Por favor, sea breve 2', en la que la argentina Clara Obligado ha reunido la mejor minificción de unos 120 escritores españoles y latinoamericanos.
Tomado de Terra
'Este libro va en contra de la incomunicación de las dos orillas del Atlántico; el punto de encuentro es el idioma', afirmó hoy Obligado en una entrevista con Efe, en la que desgranó las claves de esta obra que mañana llega a las librerías publicada por Páginas de Espuma.
El libro sigue la senda de aquel 'Por favor, sea breve' que apareció en 2002 y que en estos años se ha convertido en la antología canónica del género del microrrelato. Su editora fue también Obligado, afincada en España desde hace 32 años y autora de novelas, cuentos y ensayos.
Pero si en la primera entrega 'abundaban los clásicos', entre ellos Augusto Monterroso y su genial relato 'Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí', en la segunda el lector se encontrará con que los autores incluidos 'están vivos casi todos' y verá que muchos apenas superan los 30 años.
Y es que, como afirma Obligado en la introducción, este libro 'bulle, está vivo, da cuenta de la última creación, de lo que se está haciendo ahora, en este minuto', y por eso contiene 'autores novísimos' y numerosos inéditos, tanto de escritores conocidos (José María Merino, Ana María Shua, Andrés Neuman y Raúl Brasca, entre ellos) como de otros que apenas habían publicado hasta ahora.
Algunos inéditos van firmados por escritores que ya dejaron la juventud hace tiempo, como los del argentino Eugenio Mandrini, un poeta de 70 años al que 'nadie le había publicado nada y que estaba absorto' de que la antóloga buscara sus textos.
Este género está tan vivo que ni los críticos ni los autores que lo practican se ponen de acuerdo en el nombre: minicuento, microrrelato, relato hiperbreve, minificción, nanoficción...
'La crítica discute mucho sobre el nombre, y es bueno que sea así, dejarle su posibilidad proteica', dijo Obligado, a quien le gusta jugar con esa variedad y, así, si el primer 'Por favor, sea breve' llevaba como subtítulo 'antología de cuentos hiperbreves', el segundo es ya una 'antología de microrrelatos'.
A partir de aquel dinosaurio del cuento de Monterroso, en el que la crítica sitúa el nacimiento del género, el microrrelato 'fue creciendo y vino la hormiguita, la multiplicidad'.
'Estamos en la era de la hormiga, sobre todo en España', aseguró la autora de 'La hija de Marx' o 'Si un hombre vivo te hace llorar', a la que le ha 'sorprendido' que muchos de los relatos seleccionados reflejen 'la dureza de la época'. Hay en estas páginas 'mucho humor, pero también está la dureza del vivir, el mundo en crisis'.
Casi todos los países hispanoamericanos están representados en esta antología, cuyo prólogo es de Francisca Noguerol, experta en el género del microrrelato, ese 'diminuto remolino de palabras que se consume en un instante', como lo define Raúl Brasca, y que 'subvierte permanentemente las reglas de la literatura', según Obligado.
Al igual que en la primera entrega, 'lo nacional, ese criterio escaso, ese dique' queda desterrado en la segunda 'para dar lugar al cruce, a la contaminación que es propia de los seres vivos', señaló Obligado, a quien se le da bien eso de 'derribar fronteras'. Por algo no se considera 'ni argentina ni española'.
En esta obra hay microrrelatos de escritores consagrados, como el de 'La carta', de Luis Mateo Díez: 'Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio'.
Y los hay también de autores poco conocidos, como sucede con 'Fantasma', de Patricia Esteban Erlés: 'El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora'.
El argentino Mario Goloboff y su 'Tango' pueden servir de broche final: 'Aquel hombre vivió para olvidar a la mujer que amaba, y la mujer amó para olvidar al hombre que bebía'.
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