
Pensamiento, yo no tengo más palabras.
Pero ¿tú qué eres en sustancia?
Algo que a veces llora,
y a veces da luz.
Pensamiento ¿dónde tienes las raíces?
¿En mi alma loca
o en mi regazo destruido?
Eres tan valiente, voraz,
consumes cada distancia;
dime para que yo me retuerza
como ya hizo Orfeo
mirando a su Eurídice,
y de este modo pueda perderte
en el antro de la locura.
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Locura, mi joven y gran enemiga,
algún tiempo te llevé como un velo
en mis ojos, al conocerme apenas.
De lejos me viste, como blanco tuyo
y pensaste que yo sería tu musa;
cuando empezó la pérdida de dientes,
que aún me aflige entre tanto despojo,
compraste la manzana del futuro
para darme el fruto de tu fragancia.
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Mis huellas digitales
tomadas en el manicomio
han perseguido mis manos
como un gemido que subiera la vena de la vida,
aquellas malditas huellas digitales
han sido registradas en el cielo
y vibran junto, ay de mí,
a las estrellas de la Osa mayor.
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El manicomio es una gran caja de resonancia
y el delirio se convierte en eco
el anonimato medida,
el manicomio es el maldito Monte Sinaí,
sobre el que recibes
las tablas de una ley
que los hombres desconocen.
1 comentario:
ME REFLEJO EN SU POESÍA GRAVE Y PROFUNDA.
FELICIDADES.
MARITZA ÁLVAREZ.
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