sábado, 21 de noviembre de 2009

Leer el futuro: el libro digital




Tomado de elcultural.es
Hasta este momento las altas esferas del mundo editorial se han tranquilizado las unas a las otras afirmando que el libro electrónico ni era tan fiero ni tan inmediato, mostrando mucho menos interés en lo que estaba por venir del que, para su desgracia, connotaba un público ávido siempre de la última novedad con botones.

Pero más allá de estos paños calientes, el aparato en cuestión, y todo el engranaje de posibilidades que acarrea, ha dejado de ser un proyecto embrionario para convertirse en un objeto que se ve, se toca y, sobre todo, se lee. Que no se advierte su presencia todavía entre los viajeros del metro, de acuerdo. Pero hay que esperar a la vuelta de las Navidades para ver qué sucede.

Por ahora, los asistentes a la Feria del Libro Electrónico (que es de todo menos literaria), ya se han puesto al día de lo que está llegando, y los ansiosos jóvenes que hoy funden su paga en tecnología ya aseguran que lo pedirán por Reyes, porque a la larga les ahorrará “una pasta enorme en libros”.

El público ya está ahí, poniéndole cara al asunto, y también las empresas, sobre todo las creadas por jóvenes emprendedores. Porque si algo queda claro es que el negocio del libro electrónico será de y para los que ya nacieron con el PC instalado en sus casas y el ADSL echando chispas en el salón. Pero mientras estos nativos de la era digital se hacen mayores, el nuevo mercado bibliográfico vive días de novedades a raudales, aunque también de desorganización, desinformación y dudas, porque nadie sabe -ni empresarios ni autores ni editoriales- a qué atenerse, por qué derroteros irá la industria y cuál es el camino adecuado.

Esto es, qué formatos, canales y soportes imperarán en el futuro. Tampoco el marco legal que se impondrá, puesto que la experiencia de la nueva forma de distribución de música no es el mejor ejemplo ni tan fácil de aplicar al campo bibliográfico.

En esta edición Cero de la Feria del Libro Digital, enmarcada en la III FICOD, se está averiguando el futuro a trompicones, por eso los visitantes preguntan con un interés similar al que preguntarían a un adivino qué estarán haciendo dentro de diez años. Las cuestiones son de todo tipo: “¿Merece la pena comprarme ya un e-reader o tengo que esperar unos meses a que lo mejoren?, “¿Se abaratará mucho el precio en un par de años?", “¿Podré tener ahí dentro toda mi biblioteca almacenada?”, “¿Si compro este modelo veré limitada mi lectura a un catálogo?”.

La clave está, según los expertos, en eliminar restricciones para universalizar al máximo el mercado.


Leer en pantalla
El lector, que ya se distribuye con todo tipo de prestaciones y colores, es hoy un aparato que al consumidor puede resultarle mucho más rudimentario que su teléfono móvil o su ordenador personal. Los hay de distintos tamaños -siempre similares a los de un libro y nunca superiores en peso a los 150 gramos- y precios (entre los 300 y los 600 euros en la mayoría de los casos), pero su funcionamiento y capacidades, independientemente del fabricante, son similares.

Su gran hallazgo es que su pantalla no está iluminada como la de un ordenador, de forma que lo que en ella se lee, gracias a la tinta electrónica, tiene un aspecto similar al de una hoja de papel. Como tal, no daña ni cansa la vista, y además permite al usuario subrayar, tomar notas y consultar palabras en el diccionario. Asimismo, y gracias a esta aportación, la batería puede durar hasta dos semanas, siendo ésta una de las razones por las que hasta el momento se descarta en la mayoría de los casos la pantalla táctil, que consume mucha más energía.

Los distintos ponentes del sector que estos días disertan en la Feria del Libro Digital insisten en que aún tiene que llover para que la idea se extienda y se perfeccione, pero garantizan su éxito porque “el mundo ya consume de esta manera”, asegura Javier Celaya, vicepresidente de la Asociación de Revistas Digitales de España y uno de los conferenciantes de la Feria.

Como dato, baste decir que en 2007 se vendieron en España sólo 300 dispositivos, en tanto que este año se llegará a los 10.000 y ya se reciben 100 peticiones diarias de libros electrónicos. Por su parte, el escritor Lorenzo Silva, que ha impartido la conferencia inaugural de la Feria, avanza que el soporte “es relevante pero no crucial”. En su opinión, estamos atravesando una fase de “inmadurez” del libro electrónico que concluirá en un desplazamiento parcial de la industria bibliográfica en papel.

Silva aboga además por la "protección pública" de la figura del librero, que será el principal perjudicado en caso de que el incipiente aparato se convierta en la revolución que lleva anunciándose desde hace 10 años. En contra de lo que pronostica el escritor, la joven Alba López, estudiante y diseñadora gráfica, confirma que, tras la experiencia de la feria, el e-reader (se decanta por los HTC) le parece “el mejor invento del mundo” y esto considerándose una romántica de la compilación de volúmenes literarios en papel.


Los nuevos contenidos
No obstante, y más allá del tiempo empleado en la novela, la poesía y el ensayo, en lo que piensan las empresas es en el resto de horas de lectura que el público dedica a información especializada, documentos relacionados con su trabajo, prensa, etcétera (este bloque supone 75 por ciento del total). Un dato importante en este sentido es que a partir de febrero de 2010 la prensa ya podrá leerse en e-readers. “Ahí es donde está el negocio”, soluciona Javier Larraz, director de Márketing de Grammata, una empresa que ofrece a través del dispositivo Papyre un catálogo limitado de escritores cuyas obras están libres de derechos de autor.

Esta es una de las vías, aunque existen otras. Lo más habitual es que los lectores permitan el acceso a la tienda online de la compañía que comercializa el modelo en concreto, además de a las suscripciones de revistas, periódicos e incluso publicaciones de internet.

El Sony Reader y el Amazon Kindle (por cierto, no presente en la feria) son, hasta el momento, los líderes. Sólo estos dos modelos colocarán en el mercado más de tres millones de e-readers este año. En las mesas de debate de la Feria se ha hablado de que no puede ir cada uno por su lado, que lo que se tercia ahora, como ocurrió con iTunes, es aunar el formato para que cada soporte pueda albergar todo tipo de contenidos independientemente de dónde se adquieran.

De cualquier forma, la gran aportación es hoy por hoy la del Kindle, porque ya ha aplicado en sus máquinas la tecnología 3G, que permite la independencia del ordenador a la hora de descargar contenidos. Al margen de las ventajas de cada casa, Ángel María Herrera, creador de la editorial digital Bubok.com, ahora asociada a Google Books, sostiene que más allá del lector electrónico en cuestión, la clave está en el contenido.

“Los editores tenemos que dejar de pensar en tecnología y centrarnos en los servicios”, plantea el joven Herrera, quien a través de su portal ha publicado 15.000 títulos en tan solo un año y medio. En su opinión, la ventaja del libro digital se halla en la infinidad de posibilidades que ofrece para el público, como la ampliación de novelas, la inclusión de audios o la publicación de “obras nicho” destinadas a un sectores muy especializados y para las que 200 ejemplares vendidos es ya un éxito.

Los datos y la piratería
Nadie espera que el libro digital desplace al papel, no al menos en los próximos años, pero sí se aguarda un total 10.000 lectores digitales en el primer trimestre de 2010 en España. La cosa empieza coger carrerilla, pues, en plena celebración de la Feria, el Ministerio de Cultura ha creado un grupo de trabajo sobre el libro electrónico que hará público un informe el próximo 14 de enero.

Según la ministra, Ángeles González-Sinde, en España se editaron 8.447 libros electrónicos en 2008, frente a los 220 de 1994, lo que arroja una producción media de casi un libro a la hora. Asimismo, ha añadido que el libro electrónico representa ya el 8 por ciento de la producción editorial en España.

La política fiscal española mantiene al e-book ligado al IVA general del 16 por ciento, ignorando el impuesto reducido de los libros en papel (sólo del 4 por ciento). Esta peculiaridad se traduce en que, a pesar de que el gasto de producción de un libro digital es mucho menor que el de una obra en papel, ambos tienen hoy un precio similar cuando el primero debiera ser un 50 por ciento menor que el segundo debido a la mencionada disminución de gastos.

En un marco legal aún virgen, la experiencia bibliográfica está repitiendo algunos errores del polémico precedente de la música y del cine.

Google ha sido una de las empresas más criticadas en la Feria por su tendencia a liberar contenidos. El servidor de libros de la multinacional se ha comprometido, sin embargo, a indemnizar a los titulares de derechos de todas las obras que hubiese escaneado sin autorización previa. Lo que sucede, una vez más, es que la industria va por delante de la ley.

El nuevo protagonismo del lector
La relación autor-lector también está cambiando. A la pregunta de si ha seguido alguna vez un consejo de un lector, el escritor Lorenzo Silva es tajante: "Sí, varias veces". Desde hace diez años mantiene una relación fluida con sus lectores a través de su página web. Un vínculo del que se alimenta y que confiesa le aporta "mucha información y muy útil".
Hasta ahora un autor contaba con la opinión de los críticos especializados y las cifras de ventas que manejaba el editor. Ahora, estos datos se ven enriquecidos por uno de los sujetos activos, y hasta ahora en la sombra, más importantes de la cadena: los lectores. Los nuevos formatos literarios, ya sean impresos a la carta o digitales, también se beneficiarán de la participación directa del lector: el dato de demanda será tan ajustado y real como el número de peticiones y descargas.

Por esta razón, el problema del stock en España -ese limbo de los libros que es una de las grandes lacras de las editoriales- podría solventarse.

De la misma manera, la patente reducción de costes de producción y distribución plantea la posibilidad de aumentar el beneficio no sólo para la empresa editora sino también para el gremio de los autores, que ya tienen el ojo puesto en este dato, como ha señalado en la feria Lorenzo Silva. En cambio, hay un aspecto en el que los libros digitales no pueden competir con los impresos. El propio Silva sostiene que “no regalaría un PDF a su mujer”.

Así, el libro, tal y como lo conocemos hasta hoy, podría asociarse de forma más directa con el mercado de regalo y ofrecer otro tipo de ventajas como ediciones muy cuidadas, fotografías e ilustraciones, ejemplares dedicados por los autores, la impresión de lujo y a la carta, etcétera.

Se recomienda también visitar http://www.youtube.com/watch?v=wq49z0Ie8Ds

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