viernes, 8 de mayo de 2009

José Emilio Pacheco ama y teme a la vida


Tomado de El Excelsior
“El lector es la mitad del texto. Lo que yo quería decir ya está en el poema, el cuento, el ensayo. Lo que me interesa es lo que vea usted en él. Y eso es la literatura, lo otro son letras negras sobre una página blanca”, afirma el poeta José Emilio Pacheco.

El ensayista y traductor mexicano, quien ganó este jueves el XVIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42 mil 100 euros, en reconocimiento a su trayectoria, descarta definir o clasificar su poesía, pues piensa que el lector es quien debe decidir qué aporta su obra al patrimonio cultural hispanoamericano.

“Uno no puede tener esa conciencia, porque si la tienes te paraliza. Prefiero que el lector decida y, en el caso de la poesía, son lectoras. No sé si la mujer lea más poesía, pero hay muchísimas lectoras de este género. Y, de hecho, ya son una abrumadora mayoría en todo. El que se siente raro es el hombre”, dice.

Para Pacheco, quien se pasó la mañana de ayer “corriendo de un teléfono a otro y al internet” para atender entrevistas y felicitaciones, el galardón que le anunció a primera hora la Universidad de Salamanca significa una “gran” satisfacción y un acto de generosidad. “Soy un hombre con suerte de poder seguir escribiendo a estas alturas, es bastante raro, es un privilegio”.

“Lo que me parece interesante”, prosigue el también editor, “es que sea, más allá de la satisfacción egoísta y personal, un reconocimiento para la poesía mexicana. Siempre he insistido en que es muy buena y que nadie la conoce ni la aprecia fuera de México, ni siquiera dentro del mismo país. Este premio puede ser bueno para todos.”

El novelista y cuentista señala que se siente libre en todos los géneros literarios que practica y acepta que la poesía es el más difícil. “Pero todo lo es. Para mí, el problema no es el género, sino que me salga el texto. Hay algunos textos que me salen, pero la mayoría no. No hay una regla general. Hay cosas que me salen de primera intención y otras que debo reescribir cien veces”.

El integrante de la generación de Medio Siglo confiesa que él no decide si escribe un poema en verso o en prosa. “Con la idea viene su forma. Jamás podría decidir si haré un soneto o un haikú. Es como hablar sin pensar en las formas gramaticales que usamos. Así se escribe”.

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