miércoles, 27 de mayo de 2009

Las confesiones de León Tolstói



Tomado de El Informador
Quién habría podido imaginar que el autor ruso León Tolstói (Yásnaia Poliana, 1828-Astápovo, 1910), cumbre de la novela universal con obras como Guerra y paz y Ana Karénina y apóstol internacional del ascetismo y la no-violencia, fue en su juventud un veinteañero disipado que perdió propiedades en las apuestas y que, como soldado destacado en Chechenia y Crimea, disfrutaba con el placer de ver morir a los hombres en el campo de batalla.

Ese peregrinaje espiritual es el que se puede recorrer en sus diarios y, ahora, en su correspondencia, que se publica por primera vez en español en un volumen anotado que abarca desde su adolescencia, en 1842, hasta su muerte. Recoge desde sus cartas de amor con su idilio de juventud Valeria Arsénieva y con la que después sería su mujer, Sofía Bers, sus viajes por Europa y sus relaciones epistolares con George Bernard Shaw, Gandhi, Rainer Maria Rilke y el zar Nicolás II, entre otros.

El volumen Correspondencia (Acantilado) recoge 387 misivas de un corpus de unas 10 mil cartas conservadas en el Museo Tolstói de Moscú, seleccionadas y traducidas por Selma Ancira (Ciudad de México, 1956), especialista en literatura rusa del siglo XIX (ha vertido al español a Tsvietáieva, Pushkin, Gonchárov y Dostoievsky, entre otros) y que ya tradujo los Diarios del novelista ruso, publicados en dos tomos también en Acantilado en 2002 y 2003.

Gracias a la Fundación Arte y Cultura de México, Ancira pudo instalarse en Moscú para consultar los manuscritos originales y publicar por primera vez los textos sin censura alguna, ni soviética ni de los editores timoratos y poco rigurosos de los años 40 y 50. "Me planteé la edición de los diarios y la correspondencia de modo que cada entrada del diario o cada carta fueran una tesela del mosaico para completar el retrato de cuerpo entero de Tolstói".

Asegura que "hay muchas leyendas sobre Tolstói, pero se ha hablado poco del camino que recorrió hasta convertirse en el gran autor que fue" y añade que "la publicación ahora de su correspondencia conforma, junto a los Diarios, una especie de trilogía autobiográfica".

Camino al ascetismo
En ese peregrinaje epistolar brillan algunas misivas, como la que recoge su rechazo hacia Guerra y paz. "No piense que no fui sincero cuando le dije que en este momento Guerra y paz me resulta repugnante. Hace unos días tuve que echarle una mirada para decidir si debo hacer correcciones para la nueva edición, y soy incapaz de transmitirle el arrepentimiento y vergüenza que sentí al revisar muchos de los pasajes. Era un sentimiento semejante al que experimenta una persona cuando ve las huellas de una orgía en la que participó", escribe un Tolstói cuarentón a su tía Alexandra Andréyevna Tolstaia, en febrero de 1873. "Lo único que me consuela -añade- es que me entregué a esa orgía con toda el alma y en ese momento pensaba que era lo único que existía".

Es un texto en el que trasluce la profunda conversión espiritual que le llevó no solo a rechazar sus grandes obras (también dijo que no podía soportar Ana Karénina), sino a repudiar toda ficción literaria. Ni siquiera lo hizo cambiar de opinión la célebre carta que le mandó Iván Turgéniev, amigo y antagonista, pidiéndole desde su lecho de muerte para pedirle que regresara a la literatura.

Tolstói caminaba ya hacia el ascetismo que, desde su retiro en la casa familiar de Yásnaia Poliana, lo convirtió en un referente moral internacional. "A George Bernard Shaw lo regaña por ser irónico; él no era muy partidario del humor. Consideraba que no había que divertirse cuando aún quedaba tanta injusticia", indica Ancira. Incluso Gandhi le escribió desde Londres para pedirle consejo sobre la situación de sometimiento de los hindúes en Sudáfrica. El viejo aristócrata ruso, convertido ya en un profundo cristiano anticlerical, pacifista y vegetariano, le recomendó aplicar la "no-resistencia", ya que "la práctica de la violencia no es compatible con el amor como ley fundamental de la vida", una idea que el líder indio hizo suya tiempo después durante la colonización de la India. La carta está firmada en septiembre de 1910, dos meses antes de su muerte.

Trabajo titánico
El trabajo de traducción ha sido titánico: cuatro años de investigación y uno de producción. Todo comenzó en 2003, cuando Ancira viajó hasta Moscú para consultar los archivos del Museo Tolstói. En la dependencia conocida como "Habitación de acero" se encuentran los manuscritos, alojados en cajas metálicas "como las de un banco". Se trata de unas 10 mil cartas, escritas en ruso, francés e inglés, a las que la experta mexicana tuvo acceso gracias a un permiso oficial. Junto a la especialista del museo Tatiana Nikiforova, la traductora buceó durante meses entre miles de cartas para desvelar la complicada caligrafía del escritor ruso y para recuperar las palabras que la censura soviética consideró "políticamente incorrectas" en la edición de las Obras Completas, publicadas entre 1928 y 1958. Se trata de 90 tomos, cuyos últimos 32 volúmenes recogen la correspondencia del conde, a los que se añaden epistolarios dedicados a hermanos y otros autores.

El retrato del noble ruso, autor de La muerte de Ivan Ilich, se completa con las cartas que mantuvo con sus siete hijos ("fue un padre diferente para cada uno; no les exigía más de lo que se exigía a sí mismo") y en las que explica sus proyectos pedagógicos para la formación del campesinado. No en vano, Tolstói fue un autor idolatrado por el líder de la revolución rusa Vladímir Lenin.Ancira, que ya se ha puesto manos a la obra para traducir algunos relatos del autor ruso pendientes, como Tempestad de nieve, concluye que con el volumen de Correspondencia se cierra la gran "trilogía autobiográfica" reconocido novelista y pensador ruso. Es, en definitiva, una crónica en primera persona de una conversión espiritual radical, de conde a monje.

Carta a Sofía
"Mi partida te afligirá… Lo lamento, pero entiéndeme y créeme que no podía hacer otra cosa. Mi situación en casa se vuelve, se ha vuelto insoportable. Además de todo lo demás, no puedo seguir viviendo en estas condiciones de lujo en las que he vivido hasta ahora, y hago lo que suelen hacer los ancianos de mi edad: se retiran de la vida mundana para vivir en paz y en soledad los últimos días de su vida. Por favor, entiéndelo y no vayas a buscarme si te enteras de dónde estoy. Eso no haría sino empeorar tu situación y la mía, pero de ninguna manera modificaría mi decisión. Te agradezco esos honestos cuarenta y ocho años de tu vida conmigo y te pido que me perdones por todo aquello de lo que sea yo culpable frente a ti, como yo te perdono de todo corazón por todo aquello de lo que puedas ser culpable frente a mí", le escribió Tolstói a su mujer en 1910.

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