"Siempre he creído que uno puede subsistir -en esencia, en Idea- cuando se deja una obra o se vive en el recuerdo de aquellos a quienes se quiso", escribió Julio Cortázar en una carta a una amiga en 1942.
En esa correspondencia del joven profesor, sumergido en la provincia argentina, palpita un inmenso anhelo por trascender. Se trata de una necesidad constante que él no intenta ocultar y que, por el contrario, exhibe sin recelo a sus amigos de epístolas.“Ya sé que cuando yo muera (de alguna manera rara, ya verá) ustedes los amigos publicarán mis obras completas, y que, en bellos apéndices, agregarán mi copiosa correspondencia. Por lo tanto tengo que lucirme”, escribió en 1940.
¿Sabía ya que estaba llamado a trascender o profundamente deseaba hacerlo? De una u otra manera hoy, cuando se cumplen 25 años de su muerte, me sumo a los que, entre tanto otro papel de su autoría, atesoro todas esas cartas que a lo largo de su vida fue escribiendo de una, sin borradores, para decirle a todos acerca de sus gustos y de sus críticas, de su amor por la música, de su particular recelo ante la muerte, de su admiración hacia los paisajes inmensos y los detalles más pequeños, así como de sus miles y miles de reflexiones que hablaban mucho de la textura de los ladrillos con los que fue edificando su obra.
En muchos lugares, por estos días, se le rinde tributo y vale la pena hacer seguimiento de tal programación. A continuación algunos enlaces de interés:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/plenitud/intermitente/Rayuela/elpepiopi/20090212elpepiopi_11/Tes
http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1098495
http://adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1098477&origen=relacionadas
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