Chavela Vargas, la más grande en edad y talento de la canción mexicana, cumple este viernes 90 años. Sensual y desgarrada, su voz ha cantado al amor y a los celos, a la vida y a la muerte; exprimiendo su corazón, cautivando a un público incrédulo ante el sentimiento que arranca esta mujer sin dobleces.
Chavela, que dice que de dolor tambièn se canta, festejará sus 90 años con un concierto-homenaje que el próximo martes le dedicarán sus amigos en el Teatro de la Ciudad de la capital mexicana. Será un reconocimiento a su aportación a la canción ranchera, al bolero y a la cultura popular. Organizado a lo grande por la alcaldía de la ciudad, en el homenaje participarán Julieta Venegas, Eugenia León, Astrid Hadad, Jimena Giménez Cacho, María Elena La Negra Chagra, Fernando del Castillo y Mario Ávila, entre otros. Amigos españoles, como Joaquín Sabina, Miguel Bosé y Martirio, enviarán saludos en un video. Es probable que Pedro Almodóvar y García Márquez asistan al homenaje.
Al sentir cerca su fin, Chavela regresó a vivir a su tierra natal, San Joaquín de Flores, Costa Rica, para estar cerca del mar. "Y para que las sirenas vengan a visitarme". Desde hace un mes, ha vuelto a caminar. Como ella misma dice, ha recobrado "la vida y el oxígeno". La noticia del homenaje le motiva a trabajar en su salud, en su alma, en su presencia.
Trovadora desgarrada del amor y testigo de la vida, Chavela Vargas no derrama lágrimas nuevas sobre dolores viejos. Las penas antiguas son para ella pasto de nuevas y serenas sonrisas, incluso carcajadas. Ha llegado a domesticar el olvido y consigue recordar todo sin que nada le haga daño. Y vaya si recuerda. Recuerda tanto y con tanta lucidez que en sus memorias, recién redactadas con la periodista María Cortina, hace sonadas revelaciones, algunas tan comprometidas como sus amores lésbicos sublimes y borrascosos.
Isabel Vargas Lizano, nombre real de Chavela, nacida en Costa Rica pero hija adoptiva de México, cantó en las calles durante mucho tiempo antes de subirse a los escenarios. A sus 30 años se hizo intérprete profesional de la mano de José Alfredo Jiménez, compositor de sus mayores éxitos. Su primer álbum fue publicado en 1961 y desde entonces ha grabado más de 80 discos. Hizo duetos con Agustín Lara, Sabina, Eugenia León, Ana Belén, Miguel Bosé y Armando Manzanero, entre otros. Entre sus temas más destacados figuran "Macorina'', "La llorona'', "Luz de luna'', "Piensa en mí'' '. Según el cronista Carlos Monsiváis, "Chavela añadió a la música ranchera la soledad radical, donde la música y las letras alcanzan el nivel de confesión de madrugada'.
Al llegar a los 90 años, Chavela siente que ha cumplido con su destino: sacar de las cantinas la canción mexicana para llevarla a las universidades y a los más encopetados escenarios. Acudirá al homenaje con su poncho rojo y sus fieles pantalones –uno recuerda que fue la primera mujer que se atrevió a ponérselos en una tierra de machos como México-, con sus muchos años vividos rabiosamente, con su leyenda negra, con su historia, auténtica, canalla, sublime, fieramente humana.
En estas mismas páginas de 'La Vanguardia' nos contó hace un tiempo que su personalidad le exigía probarse en la adversidad, en el sufrimiento, en la ruina, en el olvido –casi buscado– de 15 años en los que anduvo rebotada, cogida en la tela de araña del alcohol.
Salió de los infiernos y lo hizo cantado. Hay que ser muy fuerte para escapar del arroyo y echar a andar de nuevo sin arrepentimientos, sin rencores, sin dolor por las viejas heridas. La leyenda de la música popular mexicana dice que en el fondo es una yegua sin potrero. La intérprete de "Macorina", la que resistió 40 años de parranda continua, la que vivió un retiro que creía definitivo y que en los noventa renació de las cenizas, aún atesora esperanzas: "Si volviera a nacer, volvería a ser: ¡la borracha más grande de México! Y no me apena, así fue, así tenía que ser. "La Llorona" la he cantado mil veces, mil veces diferente. Es glorioso".
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