domingo, 21 de junio de 2009

Las palabras en el silencio de Laura Restrepo


Tomado de El Universal

Laura Restrepo no logra desprenderse de la política. Ni siquiera cuando se ha sentado frente a la computadora a teclear novelas como Historia de un entusiasmo, Delirio y Leopardo al sol. Difícil hacerlo tal vez para esta mujeraza que fue mediadora entre el M-19 y el Gobierno colombiano. Luego miembro de la resistencia contra Jorge Rafael Videla en Argentina. Más tarde militante del Partido Socialista Obrero Español. Trost-kista desde siempre. Y ahora crítica furibunda del presidente Álvaro Uribe, mas no así de Hugo Chávez. El asunto es que si se lo propone, como ahora con Demasiados héroes, el resultado igual parece ser adverso: esta vez es la dictadura argentina la que le ha ganado la partida.


Vuelo rasante al régimen de Videla y acto de reivindicación de los héroes anónimos que se enfrentaron silenciosamente al poder, Demasiados héroes (Alfaguara) es en realidad la historia de un viaje. El de Lorenza y Mateo, madre e hijo, que consienten en tomar un vuelo de Bogotá a Buenos Aires y emprender un viaje al pasado tras los pasos del padre ausente.


Las mismas coordenadas geográficas que, curiosamente, tuvo que desandar años atrás la propia Restrepo para reconstruir su pasado militante -y también sentimental- a los ojos de un hijo preadolescente sediento de respuestas acerca de su origen. Un viaje que, dice la escritora colombiana, le permitió poner palabras a lo que antes era el silencio impuesto por el autoritarismo.


-Ha insistido usted en que se trata de una obra ficcional, pero son muchas las coincidencias entre usted y la protagonista: son trostkistas, conspiraron contra la dictadura, tuvieron un hijo

-Digamos que es una tentación echar mano de historias que conoces de primera mano. Pero de todas maneras es una ficción elaborada a partir de hechos ocurridos en mi propia vida. Lo que pasa es que desde el momento en que decides hacer una novela las personas se te convierten en personajes. Para mí Lorenza no soy yo, y Mateo no es mi hijo. Yo soy todos los personajes.


-¿Diría sin embargo que esta novela estaba pidiendo ser escrita?

-Sí, pero ¿cuál no? Para mí era interesante este período de mi vida porque está desprovisto de palabras. Por medidas de seguridad frente a la dictadura no podías tener nada escrito. Eso no me pasa con ninguna otra etapa, en la que he llevado libretas, diarios... Era entonces un episodio que estaba pidiendo que le pusiera palabras.


-El eje de Demasiados héroes es un viaje de Bogotá a Buenos Aires. Pero hay otro viaje: el interior.

-Ese es el otro silencio de la novela. Un viejo tema: el padre ausente y el hijo que lo busca. Como toda ausencia, la del padre es también un vacío. Y la única forma de llenarla quizás sea invocándolo a través de la propia palabra. Yo quería que esta fuera una novela de interiores, de conflicto familiar, si bien tiene el telón de la dictadura argentina. Por eso adopté el diálogo como técnica narrativa, porque me obligaba a romper con la retórica política y literaria. El diálogo te exige dedicarte a un lenguaje cotidiano, directo e íntimo. Y eso tiene que ver con la intención de hacer un viaje interior.


-Hablando del diálogo entre una madre contra la dictadura y su hijo que pasa el día jugando PlayStation& Pone sobre la mesa el tema de la falta de compromiso de las nuevas generaciones...

-Todo lo contrario. Es tan política la actitud de Mateo como la de la madre. Hablando fuera de la literatura creo que mientras hubo una juventud, la mía, que tenía una militancia y se volcó hacia afuera, siento que viene otra, la de mi hijo, que tiene que reconstruir un panorama interior que nosotros descuidamos en aras de la acción colectiva. Lo que pasa es que la revolución de esta juventud, más volcada a la cultura, al cine, a la escritura, está en otro terreno. Es tan politizada la generación de ahora que tiene que darle un vuelco a la interioridad y establecer una escala de valores morales que no tienen que ver ya solamente con lo social, lo histórico y lo político, sino con lo personal, lo familiar y lo íntimo.


-Uno lee la novela y siente que corremos el riesgo de volver a los regímenes dictatoriales. Le hablo de la declaración de Correa en Uruguay, Evo en Bolivia, Uribe en Colombia y Chávez en Venezuela , que quieren perpetuarse

-En cualquiera de esos países es una señal indeseable. Lo que pasa es que coloco a Uribe en un terreno distinto. Uribe basa su mandato en un gobierno paramilitar que aquí está haciendo estragos. Lo que tenemos en Colombia es una crisis humanitaria, pese a que el mundo no lo reconozca. Al gobierno de Uribe le veo una señal clara de derecha, una continuidad de las políticas de Bush& Mientras que en los otros gobiernos veo el intento de volcar la acción hacia políticas populares que saludo.


-En Demasiados héroes usted establece dos categorías de personas: payasos o héroes. Uno supone en cuál ubica usted al presidente Uribe

-Ni uno ni otro. Le falta humanidad sabes. Para ser payaso o héroe se necesita una dosis de humanidad que me parece que al personaje le faltan.


-¿Qué dice de Chávez?

-A ver, son clasificaciones literarias que en la vida real no se dan& Desde luego que ninguna de las dos le cuadran. Sería una simplificación absurda... Chávez es un hombre que ha tenido dignidad para defender a América Latina frente a Estados Unidos. Cuando había un silencio repugnante frente a las políticas de Bush, Chávez supo contestar duro. Más allá de la retórica valoro su interés por dedicar recursos del Estado a mejorar las condiciones de vida de las clases populares.


-¿No es un compromiso que escritores como Saramago o usted terminen avalando un gobierno que cierra un canal de televisión por ser opositor, sólo por decir un ejemplo?

-Yo no avalo a ningún presidente. Ni a Chávez ni a ninguno. Creo que una tarea como la mía hay que ejercerla desde las antípodas del poder. Pero cualquier atentado o intento de cortar la democracia me parece atroz y lo rechazo.


-Es paradójico, la página oficialista aporrea.com la tildó de burguesa por opinar contra las FARC.

-Yo sé que allá las cosas están muy polarizadas y no quisiera entrar en el mismo marco. Cuando Chávez pidió que le declararan el estatus beligerante a las FARC yo puse el grito porque no creo que las FARC lideren un proceso positivo ni que tenga una idea de reconocimiento en el pueblo colombiano como para considerarse una fuerza beligerante. Estoy tratando de señalarte en qué matices sigo con interés el proceso venezolano, sin que eso me tape a mí la boca para decir lo que no me parece.

No hay comentarios: