domingo, 15 de enero de 2012

Literatura en lata


Un novelista escribe una novela acerca de un novelista que escribe una novela acerca de...

Muchos años antes de que Andy Warhol hiciera la primera exposición de su serie gráfica Latas de sopa Campbell, el 9 de julio de 1962 en Los Ángeles, ya otros creadores habían incorporado al mundo de la cultura, de un modo distinto, las ilustraciones de los envases de productos industriales.

Así, en 1928, el inglés Aldous Huxley publicó en Londres la novela Point Counter Point (Contrapunto), en cuyo capítulo XXII reproduce, entre otros, este fragmento de la libreta de apuntes de su personaje el cerebral y misántropo novelista Philip Quarles: “Introducir a un novelista en la novela. Él justificará las deliberaciones estéticas, que pueden ser inte­resantes, al menos para mí. (…). Pero ¿por qué limitarse a un solo novelista dentro la novela? ¿Por qué no un segundo dentro de la suya? ¿Y un tercero en la novela del segundo? Y así sucesivamente hasta el infinito, como en esos anuncios de Avena Quaker, donde se ve a un cuáquero sosteniendo una caja de avena, en la cual se ve un dibujo de otro cuáquero sosteniendo otra caja, en la cual, etc., etc. Hacia la décima imagen se puede tener a un novelista contando la historia en símbolos algebraicos o en términos de varia­ciones de la presión arterial, del pulso, de la secreción de las glándulas endocrinas y de la duración de las reacciones”.

11 años después, el 2 de junio de 1939, Borges escribió en la revista semanal El Hogar, de Buenos Aires: “Debo mi primera noción del problema del infinito a una gran lata de bizcochos que dio misterio y vértigo a mi niñez. En el costado de ese objeto anormal había una escena japonesa; no recuerdo los niños o guerreros que la formaban, pero sí que en un ángulo de esa imagen la misma lata de bizcochos reaparecía con la misma figura y en ella la misma figura, y así (a lo menos, en potencia) infinitamente”.

Como se ve, las dos referencias a estos dos distintos objetos de consumo sirven para ejemplificar el tema del infinito; pero no sólo eso: dado que el pasaje de Borges es el comienzo de un ensayo titulado “Cuando la ficción vive en la ficción”, hay que decir que ambas tratan sobre el recurso narrativo que André Gide llamó “puesta en abismo” y Vargas Llosa “la caja china” o “la muñeca rusa”.

Curiosamente, pasados otra vez 11 años, la lata de la avena Quaker volvió a ser tema de otro gran escritor, García Márquez, quien el 24 de agosto de 1950 le dedicó su columna La Jirafa publicada en El Heraldo. “El hombrecito de la avena” se titula el texto y en él se refiere también (aludiendo incluso a la novela de Huxley) al carácter “abismal” de la etiqueta de este producto, señalando que con ella los niños “se sienten (…) al borde de la locura”, algo equivalente al “misterio y vértigo” de que habla Borges. (22 años después, Cepeda Samudio recordó este texto ––y la regresión infinita del cuáquero ‘gordiflón y sonriente’––en uno de Los cuentos de Juana).

Huxley, Borges, García Márquez: otro tipo de operación pop…antes del arte pop.

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