sábado, 5 de junio de 2010

Entrevista a Chuck Palahniuk


Tomado de La Vanguardia

Desde la generación beat no había habido una literatura tan asquerosa —literalmente, no es juicio de valor—, tan detalladamente sórdida como la de Chuck Palahniuk, al que le cabe el honor de haber descrito las páginas más escatológicas de la literatura contemporánea. Aupado a la fama por la conversión del filme El club de la lucha (1999), de David Fincher, basado en su novela homónima, en una de las más desasosegantes e ideológicamente equívocas obras de culto, Palahniuk pasa por la Feria del Libro de Madrid para promocionar Snuff (Mondadori), que relata los acontecimientos en la antesala de un rodaje porno, en la que seiscientos hombres numerados esperan su turno para penetrar a una actriz de género en decadencia, que quiere batir el récord mundial de coitos en una sola película. Dicho lo cual, es desarmante el aspecto y modales de Palahniuk: Camisa rosa bajo la que asoma camiseta interior blanca —a 32 grados—, pantalón beige de pinzas, gafas de pasta y raya al lado. Habla despacio pensándoselo mucho para ser preciso, escueto. Jamás divaga en voz alta. Mirando fijamente al entrevistador, se conduce con ademanes de tímido yerno modélico.

Si le quitamos el trasfondo pornográfico a su novela, su dramaturgia es puramente teatral. Hasta convencional.
Originalmente se trataba de una obra de teatro. Era la obra de tres personajes atrapados, con un cuarto personaje, la coordinadora de actores, que entra y sale de la escena. La mayor parte de la obra descansa en la interacción entre estos personajes.

¿Por qué no fue finalmente una obra de teatro?
No conozco el mundo del teatro. No tenía idea de cómo producirla.

¿Y cómo fue el proceso de convertirla en novela? En su gran mayoría se trató de abrir la historia, incluir nuevas escenas expresadas como flashbacks.

Del personaje de Sheyla, la coordinadora de actores.
Justo.

La estructura, quizá por su origen teatral, es no obstante cerrada, muy opresiva.
Escribiendo un libro lo que te propones es generar tensión y luego está se rompe con un chiste, una broma, o una solución parcial.

La sensación que transmite es algo a medio camino entre Los diez negritos, de Aghata Christie y El ángel exterminador de Buñuel.
No he visto esa película, pero le diré que en el fondo ésta es una novela muy gótica y para eso se crea un espacio fuera de la vida corriente, lo que los antropólogos llaman espacios limbo, situados en el umbral de otros mundos, pero en ninguno de ellos. Como son lugares fuera del mundo convencional, no se rigen por normas convencionales que se aplicarían a la sociedad normal. En esos espacios, la gente no puede ser rescatada por las autoridades.


Sus personajes adultos —el actor fracasado, y los dos actores porno en decadencia— son desengañados del sueño americano, y los dos jóvenes —el actor porno amateur y la coordinadora de actores— están buscando ingenuamente hacerse ricos. ¿Se considera un autor fatalista?
[Guarda silencio medio minuto, mirando fijamente a la mesa] …Creo que soy más bien naturalista porque la mayor parte de nosotros encontramos un sistema para conseguir el éxito, lo que nos propongamos, y una vez que nos va bien repetimos ese modelo de acción una y otra vez hasta el desastre. Así que, de algún modo, todos estamos condenados a tener éxito en primera instancia y a fracasar a largo plazo, de una forma natural.


Usted tiene fama de documentarse profusamente, y ciertamente en el libro aparecen relatadas un sinfín de anécdotas de estrellas de Hollywood y del porno, trágicas o sólo sórdidas, que supongo que son reales. ¿Pretendía con ese relato en segundo plano expandir el discurso principal?
[De nuevo silencio] …Hay tres razones para esto. En primer lugar, todo eso de la documentación es cierto y tiene un motivo: se trata de hechos fidedignos y comprobados y eso da autoridad, le dice al lector que un autor es fiable. Por otra parte, me sirven para que el personaje que relata esas anécdotas está dando a entender un estado mental interno, de modo que justifica sus acciones ante el lector sin necesidad de expresar sus pensamientos de forma directa. Y en tercer lugar, sirven también para pautar el paso del tiempo. Me ahorra explicaciones como "cinco minutos antes", o "cinco minutos después".


Centra su relato en el porno hoy en día, precisamente cuando la industria vive una crisis sin precedentes, debido a la oferta de sexo gratuito en Internet. ¿Quería un ambiente decandentista?
¿Hay una crisis en la industria del porno?


Sí, causada por Internet y bastante más grave que la del cine convencional.
No lo sabía.


Hay un personaje desconcertante en la novela, un ex actor de porno gay, ex estrella de una serie de detectives en la tele, convencido de ser homosexual, al que su padre confiesa que abusó de él de niño, y que acaba diciéndose heterosexual y queriendo casarse. ¿Muy freudiano todo, no?
Es un personaje simbólico. Cree cualquier cosa que digan sobre él porque carece de una idea de sí mismo. En realidad obedece a un esquema clásico de la ficción norteamericana del último siglo. Es un grupo de tres: uno es un buen chico, obediente, que frecuentemente acaba autodestruyéndose. Otro es un rebelde, que no sigue las normas, y un tercero es un espectador de todo que finalmente sobrevive a la historia.


Curioso.

Le pondré un ejemplo, elija ¿Lo que el viento se llevó o Alguien voló sobre el nido del cuco?


Lo que el viento se llevó.

Melania es una buena chica. Es obediente. Tanto, que aunque el médico le dice que no tenga más hijos, accede al deseo de su marido de tenerlos y obviamente muere en el parto. Escarlata es la rebelde. Es mala y agresiva y al final acaba desamparada. Y Batler sobrevive a la historia, porque él es el que lleva la historia para contarla.


Y en su novela…

El gay es ese personaje obediente, que siempre hace caso de lo que le dicen. El veterano del porno es el rebelde agresivo. Y el joven es ese testigo que será el que sobreviva para contar la historia.


Entrando en el asunto propiamente del porno. ¿Se documentó sobre los rodajes?
Usé mi propia experiencia de cuando se han adaptado al cine mis novelas, las terribles esperas del set son exactamente así de desesperantes. Lo demás, la sordidez, no era muy difícil de imaginar. Hace unos años tuve amigos que practicaban el culturismo, en los ochenta, y todo lo relativo al culto al cuerpo de los actores porno está tomado de aquel mundo.


¿Se siente cronista de la sordidez?
[Largo silencio] …El objetivo es contar una historia. La mayor parte de las cosas que cuento me las han contado algunos amigos. Son cosas tan raras, tan sórdidas, que no hay forma de olvidarlas. Ellos me las cuentan a mí para desprenderse de ellas. En todo caso soy un cronista de la experiencia y la conducta humanas.


Tiene amigos muy raros.
Todos tenemos cosas extrañas. De algún modo yo creo la confianza en la gente para que me las confiesen, sabiendo que así son dueños del relato, porque sólo lo verbalizan una vez, y entonces queda fijado, y saben que yo le daré forma novelesca sin juzgarlos, que haré honor a su historia.


¿Nunca piensa cuando escribe alguna escena "quizá me haya pasado un pelín"?
Al contrario. Cuando pienso que algo es demasiado, que me daría miedo que lo leyera mi familia, entonces es cuando sé que está bien.


Su estilo inconfundible, unido a la popularidad de El club de la lucha, le ha convertido en un icono, casi una marca. ¿Le incomoda?
Es que nunca pienso en eso. Me centro en lo que la gente me cuenta, mi trabajo es escuchar y luego contar. Y hacer honor a lo que me cuentan.


¿Cree que esa convivencia en la gente de su faz pública y sus historias extrañas y ocultas es específicamente protestante?
No lo sé. No le entiendo.


Las sociedades católicas son de otro modo. Cuando un escándalo aflora es comentado con gran alarde, pero no se persigue el castigo al pecador. En la Europa católica ningún político dimite por infidelidades.
Para que algo pueda ser perdonado debe de ser contado, hay que declarar el pecado. En ese sentido soy un poco un cura para los demás.

Se lo pregunto de otro modo, ¿cree que su literatura es específicamente protestante?
[Silencio, casi un minuto] …Podría decirle que sí, en cuanto a que quizás el tono lo sea. Este libro, por ejemplo, Snuff, es un cuento gótico, pero si fuera europeo, católico, seguramente sería una farsa, una comedia. Sí, en ese sentido, tal vez sí.

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