jueves, 26 de enero de 2012

El paso eterno de Gustavo Díaz Solís

...La muerte del narrador y ensayista abrió un tajo en las letras venezolanas


Por Carmen Rosa Gómez
La muerte siempre, por su naturaleza terrible y determinante, pone las cosas en blanco y negro. La ausencia de Gustavo Díaz Solís, que este lunes abrió un tajo en las letras venezolanas, cumple con esa máxima sin matices posibles.

En Crótalo escribió sobre su personaje "tendría que luchar, y quizá moriría. Fervorosamente comenzó a prepararse para ambas cosas", y a sus más de 90 años luchó contra las dolencias que lo habían asaltado recientemente aunque ellas terminaron por silenciarlo.

Este autor, que nació en Güiria en 1920, formó parte de un grupo de jóvenes que asumió los tiempos de cambio del país en su literatura. La universalización de lo nacional que logró desarrollar en sus relatos con un trabajo metódico, como lo describen quienes le conocieron en el oficio, hicieron que Díaz Solís construyera una voz narrativa propia y poderosa.

Narrador, traductor, abogado, maestro y ensayista, Gustavo Díaz Solís latió al ritmo de un gran florecimiento de la cuentística nacional entre los años 40 y 60, y dejó una extensa marca en el camino de los futuros escritores con apenas una veintena de relatos en su haber. Fue creador de obras como Marejada, Llueve sobre el mar, Cuentos de dos tiempos, Detrás del muro está el campo, y Arco secreto y muchos otros cuentos.

El escritor venezolano José Balza, en el prólogo de Cuentos escogidos (2004), ha escrito acerca de Gustavo Díaz Solís: "Cualquier aproximación a este hombre debe comenzar necesariamente por ubicar su sensibilidad verbal: Un lenguaje oral discreto, nítido, anuncia la imagen de otra correspondencia la de su escritura. Porque esa misma concisión oral adquiere un matiz turbador cuando se vuelve textura en su cuento". Una textura que se cubrió de poesía en buena parte de sus relatos.

Su labor de traductor literario es elogiada por muchos por su pulcritud. En este campo destaca, por mencionar apenas un ejemplo, el trabajo que hizo con Cuatro cuartetos del poeta, dramaturgo y crítico T.S. Eliot.

Además de ser Premio Nacional de Literatura (en el año 1995), ocupó diversos cargos en entes públicos y empresas del sector petrolero, en el Instituto Pedagógico de Caracas, en la Universidad Central de Venezuela, el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello.

Como ocurre con casi todos los escritores que crecen cerca del mar, la obra de Gustavo Díaz Solís estuvo marcada por un ir y venir, oleadas cambiantes, mezcla de fuerzas, de tiempos, de tonos. Su reciente muerte es una de esas trombas marinas que se apresuran y sorprenden, de las que revuelven las aguas y arrastran a la orilla la trascendencia de su literatura para que el país no permita nunca que se pierda su legado.

No hay comentarios: