sábado, 15 de enero de 2011

"Años" de Cesare Pavese

..."Años", cuento de un autor que en verdad me gusta muchísimo y que me acompañó durante años en el oficio de la lectura y la relectura. Pavese y el futuro incierto, una marca de vida, una huella en sus textos.

De lo que era yo entonces no queda nada: apenas hombre, era aún un crío. Lo sabía hacía tiempo, pero todo ocurrió a finales del invierno, una tarde y una mañana. Vivíamos juntos, casi escondidos, en una habitación que daba a una avenida. Silvia me dijo esa noche que tenía que irme, o irse ella: ya no teníamos nada que hacer juntos. Le supliqué que dejara que probásemos de nuevo; estaba acostado a su lado y la abrazaba. Ella me dijo:

-¿Con qué finalidad? -Hablábamos en voz baja, a oscuras.

Luego Silvia se durmió y yo tuve hasta la mañana una rodilla pegada a la suya. Apareció la mañana como había aparecido siempre, y hacía mucho frío; Silvia tenía el pelo sobre los ojos y no se movía. En la penumbra yo miraba pasar el tiempo, sabía que pasaba y corría, y que afuera había niebla. Todo el tiempo que había vivido con Silvia en aquella habitación era como un solo día y una noche, que ahora terminaba por la mañana. Entonces comprendí que nunca volvería a salir conmigo entre la niebla fresca.

Era mejor que me vistiera y me marchase sin despertarla. Pero ahora tenía en la cabeza una cosa que preguntarle. Esperé, intentando adormilarme.

Cuando estuvo despierta, Silvia me sonrió. Seguimos hablando. Ella dijo:

-Es bonito ser sinceros, como nosotros.

-¡Oh, Silvia! -susurré-, ¿qué haré al salir de aquí? ¿Adónde iré?

Era eso lo que tenía que preguntarle. Sin apartar la nuca del almohadón, ella sonrió de nuevo, beatífica.

-Bobo -dijo-, irás a donde quieras. ¿No es hermoso ser libre? Conocerás a muchas chicas, harás todas las cosas que quieras. Te envidio, palabra.

Ahora la mañana llenaba el cuarto y sólo había un poco de calor en la cama. Silvia esperaba paciente.

-Tú eres como una prostituta -le dije- y siempre lo has sido.

Silvia no abrió los ojos.

-¿Estás mejor ahora que lo has dicho? -me dijo.

Entonces me quedé como si ella no estuviera, y miraba al techo y lloraba sin ruido. Las lágrimas me llenaban los ojos y corrían sobre la almohada. No valía la pena que se diera cuenta. Mucho tiempo ha pasado, y ahora sé que aquellas lágrimas mudas fueron la única cosa de hombre que hice con Silvia; sé que lloraba no por ella sino porque había entrevisto mi destino. De lo que era yo entonces no queda nada. Queda sólo que había comprendido quién sería en el futuro.

Luego Silvia me dijo:

-Ya basta. Tengo que levantarme.

Nos levantamos juntos, los dos. No la vi vestirse. Estuve pronto en pie, a la ventana; y miraba vislumbrarse las plantas. Detrás de la niebla estaba el sol, el sol que tantas veces había entibiado el cuarto. También Silvia se vistió pronto, y me preguntó si no me llevaba mis cosas. Le dije que primero quería calentar el café, y encendí el hornillo.

Silvia, sentada al borde de la cama, se puso a arreglarse las uñas. En el pasado se las había arreglado siempre en la mesa. Parecía abstraída y el pelo le caía continuamente sobre los ojos. Entonces daba sacudidas con la cabeza y se liberaba. Yo deambulé por el cuarto y recogí mis cosas. Hice un montón sobre una silla y de repente Silvia saltó en pie y corrió a apagar el café que se derramaba.

Luego saqué la maleta y metí las cosas. Mientras tanto, por dentro me esforzaba por recoger todos los recuerdos desagradables que tenía de Silvia: sus futilidades, sus malos humores, sus frases irritantes, sus arrugas. Eso me llevaba de su cuarto. Lo que dejaba era una niebla.

Cuando hube acabado, el café estaba listo. Lo tomamos de pie, junto al hornillo. Silvia dijo algo, que ese día iría a ver a un tipo, a hablar de un asunto. Poco después dejé la taza y me marché con la maleta. Afuera la niebla y el sol cegaban.

lunes, 3 de enero de 2011

Vargas Llosa: "La literatura
nos hace concientes de lo pobre
que es la realidad que vivimos"


Tomado de El Nacional
Entrevista hecha por la periodista Katiuska Hernández

Mario Vargas Llosa confiere a la literatura el poder de un motor de cambio que hace al individuo sentirse inconforme con la realidad que vive al punto de motivarlo a transformarla. Durante un coloquio organizado con motivo del 20 aniversario de Libertad y Desarrollo, centro de estudios económicos, políticos y sociales de Chile, el premio Nobel aseguró que "una sociedad impregnada de buena literatura es mucho más difícil de embaucar por el poder".

-¿De qué manera la ficción que se refleja en la literatura influye en lo que ocurre en América Latina?

-Haciendo las sumas y las restas de los últimos años, soy optimista con respecto a América Latina. Aunque algunas cosas andan mal, muchas otras cosas andan bien, y eso debe alentarnos. La ficción, sin duda, influye en nuestra región porque nos deja muchas preguntas y agudiza nuestra sensibilidad. La literatura nos hace concientes de lo pobre que es la realidad que vivimos.
Para el autor de El sueño del celta, enseñar a los jóvenes a leer buenos libros "es crear buenos ciudadanos que velen por la democracia, que tengan una actitud crítica y sean participantes efectivos del cambio y del progreso. La literatura es un motor de cambio, es un elemento que permanentemente contradice lo que todos los poderes tratan siempre de probar: que el mundo está bien hecho y que la sociedad funciona. La literatura es un constante desmentido. Una sociedad puede estar funcionando bien, pero la literatura nos muestra que puede hacerlo mejor. Aunque parezca una exageración, fantasear, crear mundos y soñar con ellos, es una manera de trabajar por la superación de la vida humana. La literatura es fundamental para lograr que funcionen las instituciones democráticas".

-¿Qué amenazas se ciernen sobre la literatura?

-Las únicas que parecen haber sido concientes de la importancia de la literatura y de su vinculación inseparable con la libertad, son las dictaduras. Sin excepción, lo primero que éstas hacen es tratar de eliminar la actividad de fabular, de soñar y de contar historias. Establecen censuras y son vigilantes de todo lo que se escribe porque temen e intuyen que detrás de esa actividad hay un peligro para lo que ellas representan. Y eso es cierto, porque la ficción es una enemiga natural de todo sistema que pretenda controlar la vida del ser humano, desde la cuna hasta la tumba. La literatura nos muestra que eso está en contradicción con la vida, y exige un espacio donde puedan existir diferencias y donde los seres humanos puedan escoger según sus propias inclinaciones, desde el tipo de vida que quieren tener hasta lo que desean estudiar y dónde desean vivir. Y estos principios están en contra de los sistemas autoritarios.

-¿El solo hecho de que un gobierno sea electo lo hace democrático?

-Este es un punto neurálgico en America Latina. Lo positivo es que, por primera vez, tenemos en muchos países una izquierda y una derecha democráticas. En el pasado, la derecha pensaba que los cuarteles, en última instancia, eran la solución, y las izquierdas despreciaban la democracia como la máscara de la explotación. Eso casi ha desaparecido.

Prosigue Vargas Llosa: "¿Por qué aparece un personaje como Hugo Chávez? Porque éste tiene un lenguaje que la realidad latinoamericana parece haberse sacudido hace tiempo, pero que está ahí. Esa no es la cara de la izquierda actual en la región. La realidad es la izquierda de Lula y la de su sucesora, y la de Uruguay que, para mi sorpresa, representa uno de los cambios más notables porque pasó de una izquierda radical a manejar el poder de forma impecable. La izquierda está aceptando al mercado como un mecanismo mediante el cual se puede crear riqueza. ¿Quién en America Latina puede pensar que el futuro es seguir el modelo cubano? Es evidente que nadie, ni la izquierda ni los simpatizantes de esa revolución. Ese sistema está a punto de acabarse, de desintegrarse. ¿Quién puede creer que Chávez es el ejemplo que van a seguir los latinoamericanos? Incluso sus seguidores, a quienes él patrocina, saben que ese modelo es viejo. Los regímenes de Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega tienen unos resultados catastróficos. Son gobiernos con pies de arcilla".

domingo, 2 de enero de 2011

"El cuarto" de Carmen Rosa Gómez


Día a día la habitación de Marcos se hacía más pequeña. Las paredes se contraían y el espacio, de manera inexplicable, desaparecía. El le rogó a su papá que lo dejara dormir en el sofá aquella noche, cuando para entrar a su habitación debió agacharse como si tratara de meterse en una caja. Pero su padre, creyendo que se trataba de una excusa más para hacer lo que le venía en gana, lo mandó a su cuarto con un grito. A la mañana siguiente Marcos no llegó a desayunar.


Cuentan los amigos de la familia que su padre, agobiado por los cargos de conciencia, ordenó al joyero del pueblo que le hiciera una base de oro de la cual colgarían, llegado el momento, la habitación de Marcos como una medalla sobre su pecho abierto.
Este cuento forma parte de "Precisiones" (Caracas, 2007)