viernes, 28 de octubre de 2011

Vargas Llosa: El escritor devorado por la literatura

Tomado de La Opinión de Murcia
Pide perdón Mario Vargas Llosa por la comparación «un poco chusca y fea» cuando asegura que la vocación de escritor es como tener la solitaria, «un bicho en las entrañas» que devora todo. «Es lo único que representa esa idea de entrega total», se justifica. Recordaba ayer el Premio Nobel ante los murcianos que pudieron entrar al Aula CAM –donde se clausuró el congreso que sobre su obra ha celebrado la UMU– que un amigo que tuvo una tenia le contaba que todo lo que hacía: ir al cine, a un museo, conversar, leer... todo era para la solitaria. «No me olvido ni un segundo del bicho y él se alimenta de todo lo que hago», le decía al escritor, quien tiene «una sensación similar» cuando la obra en la que trabaja empieza a tomar forma: «Todo lo que hago es para ella, hasta lo más tonto se lo traga la historia que estoy creando».

Sigue el autor peruano la máxima de Flaubert de que «escribir es una manera de vivir» y se revela metódico y disciplinado. «Mi vida se organiza en torno a la escritura y trabajo todos los días», cuenta, aunque apunta que «es injusto utilizar la palabra trabajo porque es un enorme placer». Y asevera a continuación que «aprender a leer ha sido lo más importante» de su vida. En Cochabamba fue donde aprendió esa «operación mágica» que convertía las letras en imágenes que le hacían vivir mil historias, y recuerda que «leía en estado de trance a Salgari, Verne y Dumas».

«Seguramente mi vocación de escritor nació de ese placer formidable, porque mi madre contaba que antes de los diez años ya escribía las continuaciones de los libros o cambiaba el final cuando no me gustaba», rememora el autor, quien dice también estar «marcado profundamente por Neruda». Al autor chileno lo descubrió también de niño, leyendo 20 poemas de amor y una canción desesperada tras ´robárselo´ a su madre: «Me decía que no era un libro para niños y eso despertó una curiosidad voraz. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra... –recita Vargas Llosa– Ahí pasaba algo raro, yo no lo entendía muy bien, pero la prohibición de mi madre debía de venir por ahí», contaba riendo a un público entregado que fotografiaba y grababa sin descanso al escritor –con cámaras, móviles y hasta ´tablets´–, cuya conferencia era narrada por más de uno en Facebook en tiempo real.

Javier Polo fue el encargado de acompañar al autor de La ciudad de los perros, Conversación en la catedral y La fiesta del chivo en el coloquio que cerró el congreso. «Discúlpenme si se me quiebra la voz, pero es que estoy al lado de Dios», dijo parafraseando a Fernando Trueba. A su lado, el Nobel afirmó que «una vocación no solo es una predisposición, sino también una elección», y recordó que, en su juventud, «no era fácil ´elegirse´ como escritor; no era una actividad alimenticia y no me atrevía a pensar que algún día sería un escritor de verdad, y no uno ´de domingos´».

A pesar de su «gran pasión», el autor peruano revela que no le ha gustado nunca «ser solo un escritor». «La calle es lo que me alimenta y por eso sigo haciendo periodismo», explica «el autor más relevante de la lengua española», según lo definió el presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, quien subrayó en la clausura del simposio –junto al coordinador, el catedrático Victorino Polo– que «más allá de las modas y las ideologías, Vargas Llosa ha demostrado ser un escritor de pulso firme, imaginación fecunda y lenguaje preciso».

El autor, humilde, dice que la suerte siempre le ha acompañado y se mostró ayer «agradecido de todo corazón» a Murcia por el reconocimiento. Y de nuevo aprovechó la oportunidad para reivindicar la literatura, que es ahora «más necesaria que nunca porque nos enseña a dominar un idioma, a pensar, a expresarnos, y estimula nuestra imaginación... Es un buen entrenamiento para ir por la vida de forma creativa».

Consciente de que «la felicidad es un estado transitorio» y de que «solo los tontos son felices siempre –porque se resignan–», el autor vivió ayer uno de esos «instantes que nos desagravian y recompensan»; en una ciudad cuya universidad le nombró Doctor Honoris Causa en 1995, y con la que tiene «muchas deudas». «Cada vez que vengo recibo tanto cariño que me voy abrumado», dijo, y agradeció a la UMU su trabajo para acercar España y Latinoamérica y descubrir a los murcianos «que lo que nos une es mucho más que lo que nos separa»; una relación que –alerta– «hay que cultivar y renovar constantemente».

http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/2011/10/29/escritor-devorado-literatura/360620.html

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