sábado, 18 de diciembre de 2010

"Letanía de la desesperanza"
de Fernando Pessoa


...A propósito de todo, de nosotros mismos, del hoy que nos toca, del mañana incierto, algo de Fernando Pessoa, mago de las letras, de la tristeza y de los sentimientos más humanos: Letanía de la desesperanza, un fragmento del Libro del desasosiego



Junta las manos, ponlas entre las mías y escúchame, oh amor mío.

Quiero, hablando con una voz suave y arrulladora, como la de un confesor que aconseja, decirte
cuán acá de lo que conseguimos queda el ansia de conseguir.

Quiero rezar contigo, mi voz con tu atención, la letanía de la /desesperanza/.

No hay obra de artista que no pudiese haber sido más perfecta. Leído verso por verso, el mayor de los poemas tendría pocos versos que no pudiesen ser mejores, pocos episodios que no pudiesen ser más intensos, y nunca es su conjunto tan perfecto que no pudiese serlo muchísimo más.

¡Ay del artista que se da cuenta de esto, que un día piensa en esto! Nunca más su trabajo es alegría,

ni su sueño sosiego. Es un joven sin juventud y envejece descontento.
¿Y para qué expresarse? Lo poco que se dice mejor seria que se quedase por decir.

¡Si yo pudiese compenetrarme realmente de cuán bella es la renuncia, qué dolorosamente feliz
sería para siempre!

Porque tú no amas lo que digo con los oídos con que yo me oigo decirlo. Yo mismo, si me oigo
hablar alto, los oídos con que me oigo hablar alto no me escuchan del mismo modo que el oído íntimo con que me oigo pensar palabras. Si me equivoco, oyéndome, y tengo que preguntarme tantas veces a mí mismo lo que he querido decir, ¡cuánto no me entenderán los demás!

De qué complejas ininteligencias no está hecha la comprensión que los demás tienen de nosotros.
La delicia de verse comprendido no puede tenerla quien se quiere no comprendido, porque sólo a
los complejos e incomprendidos les sucede esto; y los otros, los sencillos, aquellos a quienes los
demás pueden comprender, ésos nunca sienten el deseo de ser comprendidos.

1 comentario:

Cate dijo...

Pessoa nunca dejará de sorprenderme... al pronunciar sus palabras y escuchar el sonido que producen juntas quedo estupefacta. Estupefacta.
Como quien presencia un milagro.
Como quien ve algo imposible.
Enmudezco y vuelvo a leer, para convencerme de lo que he presenciado, para asimilarlo como realidad, para darme cuenta que no es sólo un instante fugaz perfecto, que desvanecerá con la conciencia. Está allí, y permanece, como todas las obras de arte, como las piedras, las preciosas y también las otras, que son aún más bellas.

Gracias por traerlo de nuevo.
Es que no hay más que lágrimas para agradecerlo.