sábado, 19 de septiembre de 2009

Otro acercamiento a Juan Rulfo


Tomado de elmundo.com
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno –Juan Rulfo-, para desmentir la difundida versión de su nacimiento en Sayula, común en muchas biografías y a biógrafos, dijo a la escritora Reina Roffe: “Yo nací en lo que ahora es un pequeño pueblo, una congregación que pertenece al distrito de Sayula. Sayula fue un centro comercial muy grande hace unos años, antes y aún después de la revolución. Pero yo nunca he vivido allí. No conozco Sayula .No podría decir cómo es. Mis padres me registraron allí, porque yo nací en la época de la revolución, es decir en la época de las revoluciones, porque hubo una serie de revoluciones. Nací en un pueblo del Estado de Jalisco nombrado San Gabriel. En realidad yo me considero de ese lugar. Allí pasé los años de la infancia…Había un río. Actualmente ese río no trae agua. La primaria la hice en San Gabriel, ése es mi mundo. Y allí viví hasta los diez años. Es uno de esos pueblos que han perdido hasta el nombre. Ahora se llama ciudad Venustiano Carranza”.

La cita anterior, que parece meramente anecdótica, cobra valor documental y literario, cuando recordamos que Juan Rulfo regresó a él, treinta años después, y lo encontró deshabitado, lleno de casas que tenían candado. Entonces comprendió la soledad de Comala, el mítico pueblo de Pedro Páramo, eje de su creación literaria. La obra de Rulfo está constituida por El llano en llamas (1953), compuesto por quince magníficos cuentos donde destacan: Pedro Páramo, Nos han dado la tierra, Es que somos muy pobres, ¡Diles que no me maten!, Luvina y, Acuérdate, escritos en una prosa sucinta, fundamental y expresiva, fiel interpretación de la realidad de los campesinos mexicanos; son relatos que trasciende la dura existencia de los desposeídos y donde ellos son los personajes, nada intelectuales, que cuentan los hechos, secos, precisos, breves y con un poder revelador definitivo.

Pedro Páramo (1955), única novela de Rulfo, es reconocida por la crítica y los escritores mismos como una verdadera obra maestra: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. “No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas”.

En sus memorias, Gabriel García Márquez recrea su grandeza mediante la siguiente anécdota: “…Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó del montón el más pequeño y corto, y me dijo muerto de la risa: ¡Lea esa vaina, carajo, para que aprenda! Era Pedro Páramo”. Para Borges, Pedro Páramo es “una de las mejores novelas de las literaturas en lengua hispánica”; Susan Sontag agregó que “la novela de Rulfo no es sólo una de las obras maestras de la literatura mundial del siglo XX, sino uno de los libros más influyentes de este mismo siglo”.
En El Gallo de oro (1980), un cuento largo, se percibe con claridad esas vidas sombrías de seres fatalistas, donde la revelación se junta con la superstición y la belleza, al igual que la poesía con la maestría descriptiva, para producir en una literatura precisa, fluida y auténtica, una de las más preciadas joyas literaria dentro del género cuento.

Es bueno recordar, como un apunte que la sociocrítica no dejaría de lado, que en la visión estética y literaria de Rulfo se presentan dos hechos fundamentales: La Revolución Mejicana, que ocurrió entre 1910 y 1917, y la Guerra Cristera entre 1926 y 1929. La primera fue un movimiento armado, social y cultural que costó al país 800.000 muertos y dio como fruto la Constitución Política de los Estados Unidos Mejicanos de 1917, de importancia capital en América, pues fue la primera en el mundo que reconocía las garantías sociales y los derechos laborales colectivos de los trabajadores. La segunda, consistió en un conflicto armado entre el gobierno de Plutarco Elías Calle y milicianos laicos, curas y religiosos católicos en armas rechazando la constitución de 1917 que negaba la personería jurídica a la iglesia e imponía fuertes cargas impositivas, a la vez que le prohibía participar en política y le quitaba el derecho a poseer bienes raíces y realizar cultos fuera de los templos. Esta guerra costó 250.00 muertos entre ellos buena parte de la familia de Rulfo.

En 1970 recibió el Premio Nacional de Literatura de México; en 1976, ingresa como miembro de la academia Mejicana de la Lengua. En 1983 recibe en España el Premio Príncipe de Asturias de las letras, y fue considerado candidato al Nobel de Literatura. Ante el asedio de sus partidarios y contradictores que lo apremiaban por una segunda novela o un nuevo libro de cuentos, respondía que andaba por ahí muy atareado “puliendo y repuliendo, escarbando y botando a la basura lo que consideraba malo”.

El mago de Comala, con una breve pero monumental obra, traducida al alemán, sueco, inglés, francés, italiano, polaco, noruego, y finlandés, entre otras lengua, murió en ciudad de México, la noche del 7 de enero de 1986, víctima de un cáncer pulmonar. Contaba 67 años de vida.

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