martes, 24 de marzo de 2009

El adiós de Stefania Mosca

La muerte venía rondando su casa y hasta se había atrevido a tocar a su puerta, pero la pluma de Stefania Mosca seguía adelante, definiendo el perfil de una de las narradoras venezolanas de mayor proyección y con una obra literaria consolidada. Hasta que hoy volvió a tocar, insistente, y esta vez el cáncer ganó la batalla.
Stefania Mosca (1957) actualmente mantenía una columna semanal de opinión en la prensa nacional y estaba dedicada a su labor de jurado en la XVI Edición del Premio Rómulo Gallegos.
En 2008 fue la autora homenajeada en la Feria Internacional del Libro de Venezuela. A raíz de este evento dio algunas declaraciones en las cuales indicaba que era "hija de una costurera y un vendedor, inmigrantes italianos que vinieron a la América hartos de tanta guerra, hartos de horror. A pesar de la diferencia del lenguaje fueron construyendo aquí, de alguna manera, el territorio de sus sueños. Quizás nunca fueron muy exitosos pero sí elaboraron año tras año la posibilidad de serlo. Tengo un hermano catorce años mayor que yo, es médico, muy inteligente. Él tenía una gran biblioteca que, en la soledad de un apartamento muy largo con unos pasillos muy blancos, yo exploraba casi como la Justine de Durel, casi como bibliomancia, de una manera muy desordenada, pero que fue creando en mí esos espacios imaginarios que el libro me brindaba. Claro, me metía en libros que no debía leer, hasta en los libros de anatomía patológica de mi hermano, es decir, hice un gran popurrí con el que terminé de formarme, de alguna manera. Mis padres trabajaban mucho, y de algún modo la soledad y el afuera como enigma fueron como una línea vertical que atravesó mi infancia. Sin patetismos, pero sí, era un aniña sola, una niña sola que habló primero italiano que español y que tuvo que tomar decisiones con relación a dónde pertenecía. Porque aquello que yo veía por la ventana era una cosa extraña muy distinta a lo que sucedía adentro. Adentro se hablaba otro idioma, se comían otros olores; eran dos mundos. De alguna forma esa niñita aún está ahí asomada a esa ventana, con mis 51 años sigue ahí asomadita tratando de explicarse el mundo".

El Cenal registra los siguientes datos biográficos de la autora:

Desde muy temprana edad fue colaboradora de los principales periódicos del país. Asimismo, ha publicado en El Espectador de Colombia y La Jornada y El Universal de México, en las Revistas Quimera, INTI y Gatopardo, entre otros. Su escritura aborda el ensayo, la crónica, el cuento y la novela. En todos estos géneros subyace la arquitectura de una voz propia que disiente e interpela el sentido de la vida. Su escritura explora la ficción desde la parodia del mundo como teatro, apunta a lo fragmentario y utiliza el humor como crítica. En el ensayo, la reflexión lleva su escritura a un espacio de autorreconocimiento y prueba. Con persistencia ha tratado de evidenciar la preponderancia (siniestra) del estereotipo, la banalidad como tragedia cotidiana y ha cuestionado la realidad y los mecanismos de representación.

Ha sido asistente de producción editorial de Monte Ávila Editores y de la Academia Nacional de la Historia , directora de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Nacional, asesora de ediciones de la Fundación Esta Tierra de Gracia, miembro de la junta directiva del CELARG, representante del área de narrativa en la Casa de Bello, presidenta de la Fundación Biblioteca Ayacucho y Ministro Consejero de la Misión Permanente de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos.

Estudió Letras en la Universidad Central de Venezuela. Realizó trabajos de postgrado becada en la Fundación de Estudios Internacionales Ortega y Gasset y el Instituto de Cooperación Iberoamericana en Toledo con Fernando Rodríguez La Fuente y Joaquín Rubio. Cursó la maestría en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar.

Obras publicadas: Jorge Luis Borges: Utopía y Realidad . (1984); La memoria y el olvido (1986); Seres Cotidianos (1990); La última cena (1991); Banales (1993); Mi Pequeño Mundo (1996); El Suplicio de los Tiempos (2000); (Ensayo); Cuadernillo No. 69 (2001); Maternidad (2004); El Circo de Ferdinand (2006).

Ha recibido Las Llaves de la Ciudad de Providence como escritor invitado a la Feria del Libro (1996) Rhode Island, EEUU; Mención publicación del Premio Internacional de Novela Miguel Otero Silva de la editorial Planeta (1996) y el Premio Municipal de Literatura en 1997 por su obra Mi pequeño mundo.

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